Lanzamiento al Espacio de una Nave

El principal obstáculo que se debe superar para lanzar un objeto al espacio es superar la atracción gravitatoria de la Tierra, lo que se consigue gracias al empleo de grandes cohetes propulsores. Si la fuerza de empuje del motor es el doble que el peso total del vehículo en el momento del despegue entonces el cohete se elevará con una aceleración de un "g", 9,8 m/s cada segundo. Debido a que el combustible es consumido y expulsado del motor, el vehículo se va aligerando y la aceleración aumenta. 


Los cohetes lanzadores se componen de varias etapas aceleradoras, cada una con su correspondiente motor, montadas una encima de otra, y estando la carga útil en el extremo superior del lanzador. A medida que las etapas van consumiendo su combustible se desprenden del cohete, comenzado entonces la ignición del motor de la etapa siguiente. De esta forma va aligerándose el peso del vehículo con el consiguiente aumento de la aceleración. Muchos cohetes lanzadores se componen de tres etapas. 

En general, cuanto más tarde un vehículo espacial en abandonar la atmósfera terrestre y alcanzar la velocidad requerida menos económico será el lanzamiento. A bajas aceleraciones el cohete consume grandes cantidades de combustible debido a que está perdiendo 10 m/s de velocidad cada segundo de viaje. El valor máximo de la aceleración viene impuesto por la tensión acelerativa límite que soporta la estructura del cohete y la carga útil. En los vuelos tripulados un empuje de 6 g es considerado el límite máximo cuando los astronautas se encuentran en posición horizontal, esto es con la cabeza y el corazón en el mismo nivel.